DIDÁCTICA

El objeto de la Didáctica: un proceso consciente.
La Didáctica, que es una rama de la Pedagogía, tiene como objeto de estudio el proceso docente-educativo, el cual se define como aquel proceso que, del modo más sistematizado, se dirige a la formación integral de las nuevas generaciones en el que el estudiante se instruye y educa, es decir, desarrolla tanto su pensamiento como sus sentimientos.
¿Qué se entiende por educar?
Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive, es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podría salir a flote; es preparar al hombre para la vida (Martí, 1963).

Este profundo pensamiento del Apóstol constituye un paradigma pedagógico de la educación superior cubana.
Toda ciencia, con determinado nivel de desarrollo  teórico, debe poseer modelos y leyes con un carácter de esencia tal, que a partir de ellas se puedan deducir la mayoría de las regularidades particulares presentes en los fenómenos que estudia. Durante el proceso docente-educativo se produce una serie de vínculos con el medio, o sea, con la sociedad a la que se subordina y con la cual no se identifica; al tiempo de que, en su interior, se establecen relaciones esenciales entre sus componentes, a partir de cuyo análisis podemos precisar las leyes que constituyen el núcleo teórico de la Didáctica y que permiten explicar el comportamiento del proceso.

Primera ley de la Didáctica. La relación entre la escuela y la vida.
Establece la relación del proceso docente-educativo, como sistema, con el medio social que lo rodea.
La sociedad le plantea a la escuela sus fines y aspiraciones; ésta es una relación entre el todo y las partes, la sociedad es el todo, mientras la escuela es una parte de ésta. Aunque lo fundamental es el todo, ello no significa que el proceso docente-educativo se identifique completamente con la sociedad. En otras palabras, la escuela se subordina a la sociedad para desarrollarla, aunque sin identificarse totalmente con ella.
El objetivo, por su parte, es aspiración y expresa el modelo pedagógico del encargo social; sirve a la escuela para precisar las acciones que tanto profesores como estudiantes deben realizar; en ese sentido, determina las características del proceso docente educativo.
En correspondencia con ello, la primera ley de la Didáctica establece que los objetivos constituyen la categoría rectora del proceso docente-educativo, o sea, la relación entre la escuela y la vida.
Si consideramos al problema como expresión de la necesidad social, como punto de partida o estado inicial, y al objetivo como finalidad, aspiración, entonces la institución desarrollará un proceso con vistas a alcanzar el objetivo que resuelve la necesidad social, de esta manera la sociedad garantiza y justifica la existencia de la escuela como institución social, en tanto ésta resuelva los problemas a la sociedad.
En el contexto universitario el problema de partida es el inherente a las profesiones y solamente la interpretación de su solución, expresada en un lenguaje pedagógico, es lo que tiene categoría de problemas para la sociedad. En la relación entre el problema y el objetivo lo primario es el problema, el punto de partida, sin embargo, atendiendo a sus funciones, en la escuela el carácter rector le corresponde al objetivo, al trasladar éste la necesidad social al lenguaje pedagógico. El objetivo expresa, además, la intención de la formación del estudiante: la solución del problema social se da a través de la formación del futuro profesional.
La tarea más general de la universidad es proporcionar una base sólida de conocimientos científicos, teóricos y prácticos en el estudiante; estimular el pensamiento creador, desarrollar la comprensión de los principios científicos y la capacidad de aplicarlos con independencia a los disímiles problemas profesionales que habrá de resolver una vez egresado. Por ello, una Didáctica que no se plantee como punto de partida esta necesidad social, es una Didáctica sin dirección.
Segunda ley de la Didáctica. La relación objetivo - contenido - método.
La solución del problema de la formación de las nuevas generaciones se tiene que alcanzar durante el proceso docente-educativo y ahí juegan un papel determinante, como ya se expresó, las relaciones que se dan en su interior de modo tal que la vinculación entre sus componentes determina la estructura del proceso y su dinámica. Este es el contenido de la segunda ley de la Didáctica.
La segunda ley manifiesta la relación entre estos tres componentes donde el objetivo expresa, de un modo sintético y sistematizado, la habilidad generalizadora cuyo dominio posibilita resolver los problemas; a esa habilidad está asociado un sistema de conocimientos. El objetivo es por tanto esencia, síntesis, es una expresión globalizadora, en él se  explicitan el conjunto de habilidades y conocimientos que debe dominar el estudiante. El contenido, por su parte, es lo analítico, lo estructurado, detallado, es más dinámico y se enriquece permanentemente.
El objetivo es relativamente estable y expresa la generalización, la cualidad del todo, mientras que el contenido manifiesta sus partes. Ahora bien, el propio desarrollo de la ciencia que se estudia va enriqueciendo el contenido de las asignaturas y disciplinas llegando el momento en que el objetivo ya no es capaz de sistematizar todo ese contenido, rompiéndose la unidad dialéctica entre los dos componentes y haciéndose necesaria la elaboración de un nuevo programa docente.

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